lunes, 20 de diciembre de 2010

Solo me falta aprender a olvidarte...

Me distraigo entre las noticias, fiestas y tradiciones.

Vivo cada día sonreída, si hay que reír y sin negarme el llanto si alguna circunstancia me conmueve.

Pero no te olvido, el remolino de todas las palabras escritas juega en mi mente, se esconden y mi corazón las encuentra, como cuando de niña juga el loco escondido; siempre las encuentro de nuevo y me hacen creer en lo que sentí, en lo que siento porque no se termina de marchar, te vas Tú y el sentimiento queda aquí…

Que distintas estas Navidades sin tus mail, los días vividos en el 2010 me dejaron un gran aprendizaje, asimilé tantas cosas, me descubrí en otros sentires, fui y vine, solo me falta aprender a olvidarte mi amor.

Siempre Anyhec.

sábado, 18 de diciembre de 2010

domingo, 5 de diciembre de 2010

Pasa!

¿¿¿Por qué te fuiste???



No sabía por dónde ir.
Estaba muy confundido.
Al igual que tu hay ciertas ocasiones en que me derrumbo...
Y eso hace MUCHO daño a una mujer tan intensa como tú.
También sentí que no encajaríamos, no por nada si no porque yo soy así, como el Ave fénix.
Subo ALTO, pero hay ocasiones en que bajo tan bajo que muero y de esas cenizas, renazco.
No es fácil ni para mi mismo...
Tu.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Sol, luna… sol, luna… sol, luna…

Al principio el tic, tac del reloj era lento y angustioso, lleno de un silencio que aturdía la paz de mi alma, siempre alegre, siempre en la espera, pero en esos días el desorden sentimental de mi corazón, no lograba convertir mis lágrimas en sonrisas.

Sueños, deseos, pensamientos, todos jugaban a las escondidas en mi aturdida mente, pero Dios en su misericordia, y el mundo en su continuo girar me regalaron un amanecer distinto, una noche clara vi la luna, y me libre de el agua salada que continuamente bañaba mi rostro.

Y así se fueron los segundos, los minutos, las horas y los días, y así se fueron las semanas, los meses y se acerca el fin de este año, este año en el que creí el Niño Jesús había leído mi carta, ingenuamente, sentí que TU eras el regalo de mi vida, llegaste esa noche buena en donde los fuegos artificiales no estaban solo en el cielo, sino que los sentí en mi corazón, pero ese regalo que llego no lo pude abrir, no lo puede tocar, ni sentir, se queda bajo el árbol, el tiempo, la distancia y el destino me lo robo, y me quede inmóvil ante lo inesperado de mi destino, ¿Quién se robo mi regalo? ¿Quien se robo mi amor? ¿Quién cometió ese delito? Ese delito, por el que ahora yo pago cárcel en vez de amor.

Dios, ya vuelve la Navidad, ya celebraremos de nuevo tu cumpleaños, y mi carta es la misma, mi deseo es el mismo, mi niña ingenua crece con el amor de la mujer que no dejara jamás de soñar con el amor verdadero, con el amor sanador y complemento de este corazón…

Siempre Anyhec

Diciembre 2010