jueves, 2 de diciembre de 2010

Sol, luna… sol, luna… sol, luna…

Al principio el tic, tac del reloj era lento y angustioso, lleno de un silencio que aturdía la paz de mi alma, siempre alegre, siempre en la espera, pero en esos días el desorden sentimental de mi corazón, no lograba convertir mis lágrimas en sonrisas.

Sueños, deseos, pensamientos, todos jugaban a las escondidas en mi aturdida mente, pero Dios en su misericordia, y el mundo en su continuo girar me regalaron un amanecer distinto, una noche clara vi la luna, y me libre de el agua salada que continuamente bañaba mi rostro.

Y así se fueron los segundos, los minutos, las horas y los días, y así se fueron las semanas, los meses y se acerca el fin de este año, este año en el que creí el Niño Jesús había leído mi carta, ingenuamente, sentí que TU eras el regalo de mi vida, llegaste esa noche buena en donde los fuegos artificiales no estaban solo en el cielo, sino que los sentí en mi corazón, pero ese regalo que llego no lo pude abrir, no lo puede tocar, ni sentir, se queda bajo el árbol, el tiempo, la distancia y el destino me lo robo, y me quede inmóvil ante lo inesperado de mi destino, ¿Quién se robo mi regalo? ¿Quien se robo mi amor? ¿Quién cometió ese delito? Ese delito, por el que ahora yo pago cárcel en vez de amor.

Dios, ya vuelve la Navidad, ya celebraremos de nuevo tu cumpleaños, y mi carta es la misma, mi deseo es el mismo, mi niña ingenua crece con el amor de la mujer que no dejara jamás de soñar con el amor verdadero, con el amor sanador y complemento de este corazón…

Siempre Anyhec

Diciembre 2010

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